Revista Digital

46

septiembre-diciembre 2022

Entrevista realizada al ferrocarrilero jubilado José Cortés Ojeda

Entrevista realizada el 21 de junio de 2019

1 Jefe de Departamento de Archivo Histórico del CEDIF-CNPPCF Contacto: pjuarezl@cultura.gob.mx

Patricio Juárez Lucas (PJL): Deme usted su nombre completo.

José Cortés Ojeda (JCO): José Cortés Ojeda. Lo de mi trabajo fue por mi papacito, que en paz descanse. Fue estibador y cuando faltó, en definitiva, porque Dios lo llamó a cuentas, entonces éramos tres hermanos, el que estaba ya en edad de trabajo era el mayor mío, pero también Dios lo llamó, murió de 22 años. Ya se quedó su solicitud ya resuelta, ya para ir a pasar el examen médico, para trabajar en la especialidad de mi papacito, en paz descanse.

PJL: ¿Su papá también fue ferrocarrilero?

JCO: Fue estibador, cargador, porque en esos días el escalafón decía claramente cargadores, especialidad cargadores, dependientes de transportes, dependiente de transportes. Entonces, como faltó mi hermanito, que también falleció, y yo al mes cumplí la edad, ya me llamaron a mí para ir a pasar mi examen médico. Ya no fueron muy difíciles las gestiones, ya enseguida me fui a pasar mi examen, enseguida me dieron el trabajo también en la misma especialidad.

PJL: ¿A qué edad entró usted?

JCO: De 18 años.

PJL: ¿A dónde fue a hacer el examen, aquí, en Esperanza?

JCO: En Orizaba, había un sanatorio allí de ferrocarriles, allí los mismos doctores de ferrocarriles hacían los exámenes de los futuros trabajadores. Ya fui, pasé mi examen, salí bien, enseguida ya me anotaron en el escalafón de personal extra. Había que estar pendiente, como aquí no había manera, había que ir a ver si había trabajo o no, pero ya después me hicieron el favor de que por telégrafo nos mandaban a avisar que había una vacante en tal parte, en las estaciones o allí mismo, en Orizaba.

PJL: ¿A usted en qué estación le tocó?

JCO: La primera fue aquí, en Esperanza, unas vacaciones, que se inauguraron el día 8 de junio, y eran quince días que daban de vacaciones. Ya luego se terminaron las vacaciones, se iba uno a reportar que se había terminado el interinato, ya lo apuntaban a uno en la lista de personal extra, para que estuviera uno pendiente y dar vueltas para el trabajo. Le decían cadena: ¿cómo iba la cadena de trabajadores? Sí, ya después, trabajé en Orizaba, Fortín, Córdoba, varias veces en Córdoba, Paso del Macho, Potrero, Soledad de Doblado y estaba el ramal de Córdoba a Huatusco, que dependía del Ferrocarril Mexicano. Pues allí nos tocó ir a Coscomatepec, en la estación de San Antonio, con la que se iniciaba en Córdoba para salir a San Juan Coscomatepec, ya las demás eran del Ferrocarril Mexicano. También me tocó estar en Los Cocos, varias ocasiones estuve en Orizaba, había vacaciones que daban otra oportunidad pues, otra vez a ir. A Córdoba igual, como cuatro o cinco veces, en Potrero igual. Paraje Nuevo, entré en cuatro o cinco ocasiones, sí, como iban viniendo las vacaciones y toda esa cosa, ya a última hora se crearon los locales con estibadores. También anduve en los trenes locales, ya recorrí de Orizaba a Veracruz, dos días de ida y vuelta, y un viaje de Orizaba a acá, con regreso a Orizaba, también tren local.

PJL: ¿En qué fecha entró usted a trabajar?

JCO: El 8 de junio de 1944, pero por falta de personal, que no había personal extra, trabajé desde 1935, pero en el Departamento de express. Empecé a trabajar en el express con los estibadores de carga. El express era lo que utilizaban en los trenes de pasajeros. Aquí en la estación había dos estibadores de express, aparte de los de bodega eran ocho y un cabo, y ds en el departamento de express. Dependían del jefe de estación, nosotros también dependíamos de él, pero teníamos un cabo aquí, así que éramos ocho de bodega y dos de express: diez, más un mayordomo, éramos once aquí, en Esperanza. Ya en las estaciones chicas, Boca del Monte, Maltrata, un estibador; Nogales, Río Blanco, un estibador; en Fortín, un estibador; en Córdoba éramos doce y un cabo, y  seis estibadores del departamento de express. Había mucho movimiento por lo del Istmo, que se concentraba aquí. Tierra Blanca, allí era mucho movimiento, por eso éramos doce estibadores, y un mayordomo y seis del departamento de express; ya en Peñuela, un estibador; Paraje Nuevo, un estibador; Potrero, un estibador; Atoyac, un estibador; Paso del Macho, un estibador; Camarón, un estibador; Mata de Agua, otro; Soledad de Doblado había dos, uno de carga y otro de express, y ya para allá uno nada más en cada estación. Por mi papá nos iniciamos, porque él también era estibador de la misma dependencia, pero ya después de la famosa huelga, que fue la que acabó, cierto o no señor, esa huelga nos perjudicó a todos, porque de allí vino la cosa de que, echó a perder todas las cosas, del 58 al 59, ya empezó a fallar el trabajo.

PJL: ¿Por qué dice usted que les perjudicó la huelga?

JCO: Porque por el movimiento ese, se pasaron los Nacionales al Mexicano, invadieron los derechos, luego, el fracaso de que se cancelaron las estaciones. Aquí, de ocho quedamos cuatro y el cabo ya sin cargo; luego vino otra depuración y quedó uno. En total uno y del express nada señor, todo se acabó. En Orizaba se quedaron los cuatro y un cabo, pero se acabó- Luego ya vino el ajuste, cerraron las estaciones, todo se acabó. Aquí quedó uno, yo por eso pasé a donde había oportunidad, estaciones chicas. Empecé a aprender lo de la oficina, me esperé tantito y los que se portaban bien me admitían. Empecé a ver las tarifas, las documentaciones, toda esa cosa, las tablas de distancias, empecé agarrar, ya después de la huelga me pasé a oficinista. Hice mi traslado, ya dejé lo de estibador y me pasé a oficinas.

PJL: ¿Para pasar a oficinas hizo usted algún examen? 

JCO: Sí, de nuevo otro examen y la prueba de capacitación. Hice una capacitación, pero volví a andar en las estaciones que se necesitaban, otra vuelta igual, quedé de extra, hasta que volví a agarrar planta aquí, de oficinista. Senté casa aquí, ya dejé la andadera. Aquí me quedé de llamador de personal en la oficina del express, hasta allí terminé mis labores.

PJL: ¿Dónde se capacitó usted para pasar de estibador a oficinista?, ¿fue nada más con el jefe de estación?

JCO: No, pasé un examen en la Superintendencia.

PJL: ¿Allá en Orizaba?

JCO: En Orizaba.

PJL: ¿Se acuerda usted cuántos fueron a hacer examen para oficinistas?

JCO: Todos los que hacían sus solicitudes tenían que pasar el examen de ley, como si fuera uno nuevo, pero para que lo supervisaran a uno, necesitaba uno estar diestro en lo que se iba uno a desempeñar. Cuando le daban a uno a conocer lo declaraban a uno incompetente, ya lo regresaban a uno a su especialidad.

PJL: En ese paso del express a oficinista de transportes, ¿le respetaron a usted su derecho anterior?

JCO: Sí, mis derechos de estibador sí. Cuando había una vacante de oficinas aplicaba yo y en estibadores seguía como siempre, pero en oficinas era nuevo. Pero como también había otra oportunidad, porque no todos querían venir aquí por lo lejitos y los medios de transportes estaban escasos ya, ya no había ferrocarril, ya no había pasaje, entonces ya no se animaban a venir, pero en oficinas también pasé en varias estaciones. En esa época fui a Xalostoc, fui a Santa, como se llama la última estación, la Villa por acá, bueno recorrí de Córdoba, Orizaba, Apizaco, Panzacola, acá donde está la fábrica de papel San Cristóbal.

PJL: Después de que estuvo usted en oficinas, ¿ya se pasó a llamador?

JCO: No, porque también dependía yo de oficinas. Entonces, se jubiló el difunto Chucho Ramírez, yo para que me estoy haciendo, había que hacer unos informotes, de cada mes, y cuando se iba uno por allí, ya se imagina usted, había que madrugar, ser boletero, había que manifestar de vivir en Puebla. Lo primero era de la parranda, pero ya después ya se calmó, pero ya llegó, ya iba yo tempranito, madrugaba yo, porque él copiaba los informes de todos. Yo llegaba, tenía mi casita, ya en la hora de mi entrada le decía: “oiga usted, así quién va a decir algo al empleado, me dijeron que andaba usted de parranda y ya está todo bien listo aquí”. Me acuerdo que le calculaba, en hora y media de trabajo y termino todo eso. Llegaba yo a las siete de la mañana y allí dejaba yo todos los informes, aunque él copiaba, bueno, y por eso él decía: “caray Pepe, no, quién le va a decir a usted algo, ven que nadaba usted de parranda y veo que todos los documentos están listos”. Ni modo, ni modo. No, no había regaño de nada, ni aclaraciones, si ya estaba el trabajo, eso fue lo bueno. Luego ya hubo oportunidad de llamar, personal dijo que quién le hacía el trabajo al señor, yo solicité, era el único, y ya me pasó, y ya me fui tantito de allí, de los informes.

PJL: ¿En qué consistía el trabajo de llamador?

JCO: En llamar al personal para patio de los trenes que venían de Apizaco. Aquí se volvían a llamar al conductor y al garrotero, y la casa de máquinas se llevaban los programas de inspección, llamada de patio, conductores, la casa de máquinas llamaba al maquinista, fogonero, y yo llamaba al conductor y al garrotero, y hasta allí.

PJL: ¿A dónde los iba usted a llamar?

JCO: Pues allí donde se salían a comer o a beber.

PJL: ¡Allí andaba usted tras ellos!

JCO: Y yo allí, cuando se aglomeraba mucho el flete por los accidentes, de por allá toda la división Mexicano, todo se venía para acá. Entonces, había trenes de 44 piezas, o más con un maromero; entonces, los maromeros salían de acá, llamaba yo a los de la cadena de garrotero extras. Se llamaban a los maromeros todos los días y a todas horas, entonces había un jefe de los ayudantes de superintendencia, para conectar los trenes así, no nada más había dos vías, había cinco o seis vías: la de Súchil, luego la división de Tehuacán se llenaba, de tanto movimiento que había.

PJL: ¿El maromero que cosas hacía?

JCO: Un garrotero más, si traía tres otro más, para vigilar los carros que iban de más, y cuando venían los ayudantes del jefe de trenes, a corretear los trenes, a apurarlos. Me decía: “Oye Pepe, vete a buscarlos, que te firmen”, y le digo: dicen que si no me las echo no me firman, pues me las estoy echando. Hasta me decía: “Mira Pepe, señores por favor, allá les doy permiso, que tomen en la oficina, el tren ya está listo”. Lo decía de burla, el conductor de Apizaco. Carretero me decía: “No don Pepe, si toma usted con nosotros, si no, no firmamos, le dice usted que no nos ha encontrado. Pero Pepito, váyanse allá, que se la tomen, y ya estaban firmando y ya se van”. Había mucho movimiento, lo que sea de cada quien, por eso ahora que el señor presidente juró y perjuró que iba a echar a andar los trenes, sí don Andrés dijo: que si llegaba a la Presidencia iba a echar a andar los ferrocarriles, ojalá sí se necesitan, para los futuros trabajadores, nosotros gracias a dios ya pasamos.

PJL: ¿En qué año se jubiló usted?

JCO: En el 85 (1985), llevo 33 años, entrados a 34, gracias a Dios. 

PJL: ¿A usted le perjudicó o cómo vio eso de la liquidación que hubo después?

JCO: Unos salieron bien, a mí me tocó ver, día por día, en tal parte. Después vino la oportunidad de demandar, yo tengo la demanda de mi salario, con once días que me faltaban para cumplir 60 Años, y por once días que me faltaban no me pagaron el sueldo íntegro. Metí mi demanda y hasta la fecha está, murió el primer licenciado, luego otros dos, y yo ya pasé la prueba confesional, lo más difícil, apúrele, se iban a llevar 60%, pero para el retroactivo se esfumaron las pruebas, se perdieron. Primero estaba la JFCA allí, por Salto de Agua, luego en San Lázaro, luego hasta Ferrería, hasta por allá por Tlalnepantla y todavía fui allá, hablé con él y le dije: “apúrele, la prueba confesional ya la pasé, ¿cuándo se mueve usted para que me liquiden el retroactivo y ya me empareje mi sueldo?”, y me dice: los papeles se perdieron. Tenía una hijita en México, le dije que me acompañara, de momento ya no hablaron, fui a buscarlos, ya no están allí en Ferrería, luego se fueron, quería mis papeles para buscar otros, les di unas dos cartas-poder, pues se perdieron, ya no aparecen.

PJL: ¿Usted no tiene copias de esos?

JCO: Sí, pero ya se escabulleron, pero aquí ya con mi vista y mis oídos ya me bajaron la moral esos fulanos, así está la cosa. Pero le digo a usted, ya pasé la prueba confesional, ya es para que lo liquiden a usted el retroactivo, que es lo que no me han pagado y que me lo gané. El primer licenciado, un señor que se apellida Villegas, pero murió y esos fulanos ya les dije: “esto está así y así”, se iban a apurar, pero no, y así estoy. Me dan medio sueldo, me ayudé con lo del seguro, pero si no olvídese usted, así la cosa, pero ni modo, ya ni me dan ganas de ir a buscarlos. Ando mal de mi vista y de mis oídos, pues ya así, ya la edad, ya no es lo mismo movilizarse y con ese metro de México, hay que andar corriendo.

PJL: Además de usted ¿qué otros familiares fueron ferrocarrileros?

JCO: Descendientes de mi familia, no.

PJL: ¿O parientes?

JCO: Parientes sí, el señor que estaba aquí, primo hermano de mi esposa, él fue también empleado y telegrafista; otro hermano de él fue jefe de estación; otro hermano telegrafista, y así ya, únicos familiares. Otros hermanos de pila, que fueron hijos de un padrino mío de bautizo, ya casi se acabaron, ya.

PJL: Durante los paros ¿dónde estaba usted trabajando, en el 58, 59? 

JCO: Entonces, ya estaba yo de planta aquí, de estibador.

PJL: ¿Cómo les avisaron? 

JCO: Pues cuando iban a cortar gente, porque ya no se comprobaban los servicios, ya no. Como le digo a usted que pararon los trenes, empezaron a espaciar los ferrocarriles, ya recortaron personal, ya le digo a usted, aquí dejaron cuatro sentados, quitaron cuatro y el cabo cinco, después otros tres, ya quedó uno y por el hecho de ser yo el que quedé, a manejar todo yo, lo que iba para acá, allí lo recogían los comerciantes, pero lo que pasaba para Tehuacán, Oaxaca y todo eso, había que hacerlo uno solito, y les tenía que  pagar de mi sueldo para que me ayudaran particulares. No, se acabó la cosa esa, pero ya ve usted, pasé a oficinas y se acabó eso.

PJL: Los que se fueron, ¿fueron corridos o fueron liquidados?

JCO: Fueron liquidados nada más, casi todos fueron liquidados porque no alcanzaban aún jubilación.

PJL: Trabajo sí había, ¿pero lo que ya no quisieron es contratar a esa gente?

JCO: No, el trabajo ya había bajado, porque ya los trenes, empezó a bajar precisamente, lo declararon según la Tesorería General que ya no abastecía allí para pagar a los trabajadores. Los ingresos ya estaban completamente bajos, pero qué cree usted, la cosa fue que la misma empresa creó, aparte de los conductores, pusieron los famosos, unos fulanos que eran los que iban cobrando los pasajes, nomás con contraseñas que daban, y todo para el vencedor. No había ingresos, pero cómo iba a haber ingresos si le  daban unos cartoncitos así como contraseña, kilómetro donde iban a bajar cobraban lo que era el pasaje, ¡auditores! se llamaban, pero fueron pasadones. No fueron auditores, eso fue causa del desfalco, ya no era posible, por eso cancelaron los pasajeros, esa fue la cosa, y luego ya estaban en bancarrota los ferrocarriles, ahí murió la cosa.

PJL: ¿Y estos auditores?

JCO: Los de Veracruz tenían su red de taxis, los de México ya igual, puro vencedor. Para acá, también les dieron su retiro, pero ya habían avanzado más antes, fue el acabóse. Allí mataron la gallina de los huevos de oro, yo ya estaba fuera del ring, así fue, de esto no se puede hablar, pero fue la verdad. Ya allí me quedé yo con mi demanda ahorita. ¿Quién me va a mover allá? Hay que buscar otros licenciados, necesito yo lo que se llevaron esos fulanos, mis papeles y todo, copias aquí, copias allá, tengo a mi hija, pero para buscar otros licenciados allá quién, fíjese usted.

PJL: ¿Aquí no hay alguna asociación de jubilados?

JCO: Pues allí tenemos los representantes, pero no tiempo de ir a remover esa cosa, hay que remover contra la Administración. Y a mí me jubiló el señor Eduardo Cota que en paz descanse, pero me faltaban quince días, pero yo pensé que nada más iba a pasar como un mes, pero ya cuando hablé con él por parte de un compadre mío, un hermano mío, hermanos de pila, no sé si conozca usted un señor Eduardo Valdés Ayala, que era el jefe de las cuentas de equipo, íbamos cada agosto, que era el cumpleaños de su esposa, íbamos el hermano ese, y le llevábamos para su fiesta y me dice: “Oye Pepe, ¿te quieres jubilar?”, y yo le contestaba: me siento bien, pero por qué me pregunta usted, y me dice: “Para tal día va a venir el señor Cota, director de Ferrocarriles, si quieres haz tu solicitud, y me regalas copia de lo que te contesten”. Bueno, pues total, pero me sentía yo bien todavía, ya hice, que me contestan, ya me llevé la copia, llevábamos siempre que íbamos, llevábamos un borreguito, marranito para el cumpleaños del señor este, de su esposa, era el santo de su esposa, en su cumpleaños de él, el día 30 de agosto, ya le hacíamos la pachanga, yo le llevaba pulque, y ahorita nomás no, hacíamos la movida como para cargar las cosas, vivía allá por La Villa, le hacíamos la pachanga. Llegó a pasar, llegó que en paz descanse, le digo a usted que yo pensé que me faltaba un mes o un mes y medio, no fue a los quince días, él agarró los quince días que me faltaban, me cubrió luego, luego el día 15 de octubre, yo cumplía el 27 de octubre los 60 años, y allí me tiene usted, nada más me dieron los 30 mil pesos. Ojalá hubieran sido los de esta fecha, mi felicidad fue efímera, ya ve usted vino la devaluación, ya eran 3 mil pesos, aunque fueran seis me hubieran ayudado tantito, si no fuera el seguro que me da dos, estuviera bajísimo, no, si me hubieran dado los seis ya estuviera yo bien, y todo por no ir a explicarle, me saludó y todo, cuando me saludó, por parte el señor Valdés, le hubiera dicho: “mire señor Valdés, el día tantos cumplo mis 60 años”. Y yo confiado que se iba a tardar  más, no hombre, fue de volada, y a los quince días de que estuve allá, no, le digo que fue agosto, septiembre, fueron dos meses, pero el día 16 de octubre fue mi jubilación, hubiera sido el 1 de noviembre ya hubiera cumplido los 60 años, hubiera sido el sueldo íntegro, ni modo, ahora ya me lamento porque ya desaparecieron mis papeles y los escondieron no sé dónde, no creo que hayan hecho movida porque en las cartas poder, dos, pero ya me hubiera notificado la Tesorería que pasó y toda esa cosa. Quién sabe, ni modo, aquí estoy esperando ya, lo que diga el jefe supremo, he andado mal, me operaron tres hernias, la próstata por querer reincidir, como cinco o seis veces, no me acabaron, luego tuvimos un accidente de una familia, los acabó casi, de que por rumbo a Tehuacán una muchacha ya también ya está viejita, espero que Dios quiera que viva, murieron siete personas. El tráiler con el que chocamos, los seis de los que íbamos en el coche, yo iba con ellos a un medio año de un jefe de estación, tenía un compadre en Cañada, era su medio año de fallecimiento y me ofreció una misa allí, por Cañada. Ya no llegamos, un tractor loco que andaba allí sin luces, aquí en un pueblito que nombran Puerto Cañada, y creo que andaba aprendiendo ese fulano, y por librarlo, la señorita que iba manejando, y ya venía el tráiler, el tráiler nos vio, este animalón, nos entregamos. Allí quedé mal, salí lastimado, la muchacha también, y allí murieron la mamá, dos hijos, un sobrinito de ellos y dos hijitos de ese matrimonio, sí, se fueron seis, el del tráiler también murió. Yo quedé mal, allí empecé, gracias a Dios aquí ando, pero estuvo mal eso, muy mal, gracias a Dios allí la voy pasando.

PJL: De los lugares en los que estuvo usted trabajando, en las estaciones que estuvo trabajando ¿dónde estuvo usted más tiempo?

JCO: En Paraje Nuevo, después en Potrero, Veracruz. Estábamos en un furgón, en un furgón de patio, esta es la estación de Paraje Nuevo, allí está la entrada a la estación y aquí está el telégrafo.

PJL: ¿Quiénes son ellos?

JCO: Son unos amigos, este es de San Juan Paracutiro, y este es un empleado, Lucino Vázquez, este estaba trabajando allí, en Potrero. Allí dejaron unos carros, y yo estoy sentado en el acoplador, yo estoy sentado aquí con mi amigo Higinio y el amigo ese en Potrero, ese es el telégrafo de Paraje Nuevo, este es jefe de estación, un señor que fue vigilante, y su servidor, y era yo estibador todavía. Aquí está el jefe de estación, su servidor y unos pasajeros, y un telegrafista, Paraje Nuevo, esta es de acá de Esperanza, un oficinista, yo y dos estibadores más.

PJL: ¿Usted es el de sombrero?

JCO: Sí, aquí está otro, este señor fue un pariente vigilante, este fue empleado, fue de Apizaco, Tlaxcala, ese era el bodeguero de acá de Esperanza, ya la otra vez les di de unas máquinas de vapor, una de las 30 de acá de Apizaco, tremendas, y de acá de las vaporeras, que corrían de aquí a de Orizaba. Quién sabe si estarán allá en el Museo (MNFM), un familiar, un conjunto de personas que vinieron la otra vez, dijeron que la iban a ampliar allá, las iban a ampliar grandecitas para una exposición.

PJL: Ya nomás, otra vez su nombre completo.JCO: José Cortés Ojeda.